viernes, 18 de noviembre de 2011

Descansando bajo un arbol...

Viajero por naturaleza, esta vez Romario se adentró en un camino rural, a pie.
Andaba algo encorvado por el peso de la mochila, y bajo su gorro su mirada no se
despegaba mucho del suelo, como si siempre estuviera pensativo.
Elevó la vista al sol. Las praderas que lo rodeaban estaban llenas de unas flores amarillas, y
un coro de cigarras cantaba a lo lejos. El cielo estaba despejado, completamente azul, y
por él cruzaban golondrinas.
Llegó a un pequeño puente, cerca de él vio una arboleda, la cual crecía en la costa del
arroyuelo que cruzaba bajo el puente. Fue hasta su sombra y se tendió a descansar al pie de un gran árbol frondoso.

Estaba allí, tendido sobre la hierva, boca arriba, descansando la cabeza sobre su mochila,
y al tener los ojos cerrados, no se dio cuenta que no era el único que descansaba por allí.
Como todo estaba silencioso, un ruido de ramas que se sacudían llamó su atención.
Enderezó el torso hasta quedar sentado y miró hacia arriba, el ruido venía del árbol que
estaba a su lado. Vio que entre las ramas asomaba una carita diminuta, un rostro infantil.
Era un niño, que parado sobre una rama, se sujetaba de otra que estaba más alta.

- ¡Niño! ¡Te vas a caer! ¿Cómo subiste ahí? ¿Y tus padres…? - Romario observó a su
alrededor y volvió a levantar la vista.
- ¡Ey niño! ¿Con quién andas? ¡Ey! No subas más. Quédate ahí que ya subo.

El niño comenzó a trepar más alto todavía, y se perdió entre el follaje de la copa.
Romario comenzó a subir. El árbol estaba lleno de ramas que servían como escalera.
No sólo llegó cerca de la copa, también lo rodeó, mas no volvió a ver al niño.
Estaba encaramado en lo alto, tratando de comprender qué había pasado, cuando al
mirar hacia un claro, desde la altura, distinguió un esqueleto pequeño, medio enterrado
entre los pastos.
El fantasma del niño quería que encontraran sus restos.




publicado por mi amiga cel...

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